miércoles, 18 de abril de 2018

Los abriles


Para los habitantes de la península ibérica el mes de abril debe de tener algo especial.
Un 14 de Abril de 1931 tuvo lugar un hecho histórico, se comenzó a gestar lo que más tarde fue conocida  como  II República Española.
La posibilidad de ser señalada como la sociedad más igualitaria, justa y avanzada se frustró pocos años más tarde, concretamente en 1936 mediante una ignominiosa asonada militar dirigida y acaudillada por un traidor que decidió volver las armas contra el pueblo que alimentaba a sus regimientos.
Acaudillados por el “Sedicioso” Francisco Franco, los campesinos de uniforme dispararon contra los campesinos en alpargatas.
Los hijos mataron a sus padres, los obreros fueron masacrados por sus hermanos vestidos de caqui, la rueda represiva se puso en marcha para llevarse por delante las esperanzas de un pueblo.
La fórmula empleada era conocida en estos lares. Unas cucharadas de desigualdad condimentadas con una buena dosis de analfabetismo religioso y todo ello sazonado con la correspondiente dosis de barbarie y asesinatos al compás del “cara al sol”. Eso sí, poniéndose la camisa nueva para festejar las atrocidades y acudir a misa los domingos.
De esa forma se hizo la oscuridad. No fue de golpe, no. Tardaron tres largos años en pulsar el interruptor, pero cuando lo hicieron un manto de tinieblas cubrió los campos, los pueblos y las ciudades de España.
En diciembre de 1978 unas pocas velas en forma de  Constitución vigilada trajeron una rendija de claridad entre tantas tiniebla.
Antes - en 1974 - en el país vecino había tenido lugar una autentica convulsión. También fue un mes de Abril, el día 25 la sociedad portuguesa encabezada por las fuerzas armadas dieron carpetazo a la dictadura fascista que padecían desde  1926.
Hoy en día si viajas a Lisboa puedes visitar el Museo de la Memoria en el que te cuentan las atrocidades cometidas durante ese largo periodo. Durante casi cinco décadas  (48 años) tuvieron que soportar al régimen de asesinos comandados por Salazar.
En España el genocida designó al Jefe de Estado.
En Portugal fue barrida cualquier referencia a la Dictadura militar y a su consecuencia: el Estado Novo. En Portugal fueron eliminados de raíz los vestigios de la época   ”salazarista” y perseguida la apología del fascismo. Los partidos políticos sin distinción de color apoyaron las medidas. 
Se siente una especie de nostalgia envidiosa cuando recorres las estancias de Aljube - Sede de la Policía represiva portuguesa - que te muestran las atrocidades cometidas por la policía política (PYDE) y piensas que en nuestro país, en lugar de un Museo de la Memoria siguen las cunetas llenas de asesinados.
En el edificio de correos, en la madrileña Puerta del Sol, se ubicaba el centro de tortura franquista. Como si no hubiera pasado nada hoy está la presidencia de la comunidad Autónoma de Madrid  en el mismo sitio donde “BillY el niño” torturaba a sus detenidos.
Los antiguos calabozos de la brigada Político Social han pasado a ser lugares neutros donde funcionarios de la Autonomía cumplen con su trabajo rodeados de muros salpicados de dolor.
Los portugueses han decidido subsanar su historia  para que se recuerden los negros episodios de una dictadura que bajo ningún concepto debería repetirse. Partidos de todas las ideologías entendieron que por encima de las diferencias de pensamiento está el respeto a las personas y a los derechos humanos. Tras el reconocimiento llegó la  reparación de los daños ocasionados.
Las fuerzas armadas se pusieron al lado de su pueblo y protagonizaron uno de los más bellos episodios revolucionarios. Hasta el nombre es bonito, en la actualidad los episodios de Abril de 1974 son conocidos como  “La revolución de los claveles”.
En los acontecimientos revolucionarios portugueses murieron cuatro personas por disparos de la PYDE. Bastantes menos que los provocados por los energúmenos nostálgicos del régimen en sus actuaciones de Atocha, Vitoria, Montejurra… la Transición fue menos modélica de lo que  nos quieren vender.
Las diferencias en el resultado son notables.
En España se ponen trabas a los derechos de reparación que tienen los represaliados por el régimen, al tiempo que soportamos la fundación Francisco Franco y su apología del golpismo fascista. Conservamos  el Valle de los Caídos como tumba homenaje al dictador, los herederos del franquismo siguen en puestos de gobierno y al designado por el dedo del dictador le pagamos la Jefatura del Estado.
En el vecino país han borrado de su vida cualquier resquicio de la dictadura, han reconocido a las víctimas, procesado a los torturadores y colaboradores - los detestables “bufos”  (delatores) - exiliado a los dirigentes y encarcelado a los asesinos.
Tanto Franco como Salazar murieron en la cama. Ahora bien,  mientras el sucesor de Salazar (Marcelo Caetano) tuvo que exiliarse y huir, el designado por Franco ha sido rey en activo y ahora le agasajamos con el rango de Emérito. En su preparado vástago ha depositado  la Jefatura del Estado que le regaló Franco.
Los portugueses hicieron una revolución, los españoles nos conformamos con un sucedáneo de democracia que empieza a derivar  en tiranía.  

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