martes, 19 de diciembre de 2017

La alegria del monasterio


Es un pueblo pequeño de la provincia de Huesca, en Aragón casi todos los pueblos son de tamaño reducido, pequeños, despoblados. Uno de los problemas que padece nuestra tierra es la huida constante de sus gentes hacia lugares mejor tratados. Pero ese es otro asunto.
Pues bien, Villanueva de Sigena ha pasado a primerísimo plano de la actualidad nacional, ahora existe, o al menos ha dejado de ser un lugar anónimo. 
Para no ser excesivamente latoso, vamos a resumir la trama.
Se desarrolla en escenarios tan dispares como un monasterio, un museo y algunos juzgados. Los actores deambulan por arzobispados, ministerios  y  “consellerías”. 
Los variopintos personajes se interrelacionan entre sí en un baile de intereses y vanidades. Obispos enfrentados en defensa de sus diócesis, gobiernos autónomos luchando por unos bienes que nunca les han importado ni han defendido y monjas mercaderes vendiendo lo que no les pertenece. 
Finalmente han llegado a las Cortes  de Aragón los informes de 22 de los 43 Registros de la propiedad que operan en Aragón y las cifras son escandalosas. Los datos registrales atestiguan que desde 1998 la Iglesia Católica ha inmatriculado (inscrito a su nombre) más de 1700 bienes inmuebles. 
Cuando lleguen los resultados de los Registros que faltan es fácil que la cifra supere los 4000 edificios de interés público y cultural que la Curia se ha apropiado. Si fuera posible remontarse a fechas anteriores a 1998 las cantidades de propiedades usurpadas pueden ser escandalosas.
¿Estará el monasterio de Villanueva de Sigena entre los bienes  despojados? 
Por fin ha salido a la luz el expolio llevado a cabo. A día de hoy ninguno de los diferentes gobiernos aragoneses se ha preocupado por recuperar la propiedad pública de los miles de bienes que  la Iglesia Católica se ha arrogado. Una torticera ley - enraizada en el más profundo Nacional Catolicismo del franquismo y modernizada por un presidente de Gobierno con ínfulas de Napoleón mesetario - permitió a la iglesia católica quedarse con bienes comunales. 
Aznar acostumbra a ocultar sus complejos tras una gran dosis de soberbia. Desconocemos el motivo que le impulsó a regalar parte del patrimonio nacional a los curas. Quizás para agradar a su cónyuge legionaria de Cristo antes de un café - relax  en la Plaza Mayor.
Ahora que Méndez de Vigo (un ministro simpatizante  del OPUS) ha adelantado los regalos navideños para que su hermano  -Vicepresidente de la orden de San Juan de Jerusalén - reciba con fraternal amor los bienes que un juez había ordenado devolver. Sería conveniente explicar si es común desobedecer mandatos judiciales o solo pueden hacerlo determinados Obispos, Arzobispos, otros clérigos y monjas sin que la autoridad judicial reaccione.
Como ejemplo de desobediencia sirva la actuación del Arzobispo de Almería cuando dijo que no va a cumplir la sentencia de Magistratura de Trabajo por la cual se le ordena readmitir a una profesora de Religión. La profesora fue despedida y el despido declarado nulo.  El Obispo no obedece y el magistrado sigue sin actuar contra el desacato. La consiguiente indemnización, al igual que los salarios, los pagamos todos vía subvenciones a la Iglesia Católica.
Cualquiera diría “con la Iglesia hemos topado”, entonces… ¿Nos conformamos con eso?
¿A qué tanta alegría? ¿Por qué nos enloquece la devolución de las obras al monasterio?  
Unas actrices importantes de este melodrama son las monjas que vendieron las obras de arte. Parece ser que las piezas estaban catalogadas como Patrimonio Nacional. A pesar de esta condición fueron vendidas y “religiosamente” pagadas ¿Tampoco ve la fiscalía responsabilidad penal en la operación fraudulenta de venta?
Francamente, es irrelevante qué Obispado acaba poseyendo los bienes, Lérida o Huesca,  carece de trascendencia a quién otorgamos su propiedad si previamente no es reconocido su carácter de bienes públicos tramposamente expoliados. Nuevamente Europa tendrá que acudir en nuestro auxilio, ya han sido dictadas sentencias condenatorias contra el Estado español por el uso infame de esa ley injusta. 
Cuando transcurrido el tiempo Lambán se entere de lo que está pasando con el patrimonio artístico/cultural aragonés probablemente caiga de hinojos y acuda a pedir consuelo a la señora andaluza “tocada” por los dioses del socialismo.
Nuestra certeza es que ni así conseguirá entender la obligación que tiene de defender los bienes públicos de la rapiña de los usurpadores aun cuando estos sean mitrados eclesiásticos.

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