domingo, 1 de octubre de 2017

El día después

Nunca entendió lo que estaba pasando en Cataluña. Su esperanza se basaba en una paralización del calendario y que nunca arribara el día señalado.  El pobre diablo veía lejísimos el 1 de Octubre de 2017 pero ese momento llegó sin que Rajoy se diera cuenta. Nada raro, nunca se ha enterado de mucho, ha ostentado la titularidad de varios ministerios dejando como recuerdo su retrato colgado de la pared, esa es toda su huella.
 Las recordadas intervenciones del “Señor de los hilillos”  compitiendo con el club de la comedia al utilizar expresiones sin sentido, no parece que puedan resultar méritos suficientes para alcanzar la Presidencia del Gobierno. A pesar de que el presidente tiene  entre sus defectos el barullo dialéctico, a Rajoy se le concedía moderación de comportamiento. Pero no, al final ha resultado ser un molesto incendiario.
A su legendaria vagancia paseada por los ministerios que ha ejercido,  ha unido la desproporción de comportamiento,  lo que le ha otorgado las más altas cotas de poder  alcanzando con ello las mayores cuotas de miseria.
Un  señor que se oculta tras los magistrados del Tribunal Constitucional para no dar la cara, no posee de capacidad intelectual para solucionar un problema de tamaña envergadura. Debido a esta incapacidad el Gobierno de España encargó  al Fiscal General - reprobado por el Congreso de los Diputados -  la tarea de hacer que  descarrilara la iniciativa nacionalista.  
El Gobierno del Partido Popular ha demostrado varias cosas durante el 1 de octubre y las intensas jornadas previas:
La primera de ellas es que el uso de la fuerza es potestad del poder. A mayor poder  más posibilidad de uso de la fuerza. Las imágenes que seguramente darán la vuelta al mundo serán las de unidades policiales reventado puertas y aporreando vecinos que pretendían meter un papel en una caja de plástico.
Había fórmulas más que suficientes para dar soluciones con la finalidad de arreglar un asunto que, se quiera o no, está encima de la mesa, pero el método elegido por Mariano fue la indolencia y su Gobierno optó por la inoperancia; ambas posturas fueron errores de bulto provocados por la soberbia.  Con estos antecedentes  el Gobierno español ha preferido la simpleza: la porra y las pelotas de goma. La prensa internacional y algunos políticos europeos habrán tomado buena nota acerca de la calidad democrática que padecemos los españoles.
La segunda reflexión es que a pesar de los inconvenientes y dificultades, una amplia representación de la población catalana ha decidido ejercer un derecho. No se ha permitido que fuera fácil y con garantías. Se ha jugado al ratón y al gato, acciones del Govern reacciones desde Moncloa. Efectivamente no ha habido un referéndum que se pueda considerar como tal. La falta de garantías del proceso hace que sea difícil calificarlo e interpretar sus resultados.
Ahora bien, es incuestionable que la derivas adoptadas por los gobiernos catalán y español son los principales responsables de la falta de legitimidad y garantías del proceso, de ello se han servido los unos y los otros para justificar su postura.
La tercera lectura que se puede hacer es verificar la nula decencia democrática que nos acompaña durante los últimos años, ya ni disimulan. La soberanía nacional ha dejado de residir en el pueblo español, si el Congreso de diputados reprueba al Fiscal General de Estado no pasa nada, igual que nada sucede si los reprobados son ministros u otros miembros del Gobierno.
Esa es la demostración de la utilidad del actual Congreso de diputados. Ítem más, cuando se producen votaciones de modificación de leyes que contrarían al Ejecutivo, éste bloquea las resoluciones alegando desfases presupuestarios ¿Legal? Parece que sí ¿Democrático? Pues me asaltan las dudas.
Tampoco ayuda a creer en el sistema la utilización perversa que el Gobierno de Rajoy  hace de los tribunales, Constitucional incluido.
La cuarta reflexión es la puerta que han dejado abierta para mayor gloria de los nacionalistas españolistas. Los nostálgicos dirán que se ha parado el golpe, ha vencido la legalidad o el Estado de Derecho ha ganado. El mensaje de ganadores y perdedores nos ha llevado hasta aquí ¿Dónde nos van a llevar a partir de ahora? ¿Cómo de negros serán los nubarrones venideros?
Casi todos tenemos respuestas a estas preguntas, sucede que nos causa pánico decirlas en voz alta. Sabemos cómo empiezan los conflictos, casi como una fiesta, lamentablemente la experiencia dice que el final  no tiene nada de festivo ¿Lo decimos en voz alta? Mejor guardamos silencio para no ser tachados de agoreros, pero Puigdemont, Junqueras y Forcadell harían bien estando intranquilos.
Miembros del Gobierno y otros portavoces  del PP que han analizado la jornada han señalado a los  tres como reos de todo el proceso, estas personas han sido marcadas para cargar con el saco de las culpas.
A la rancia derecha española la estrategia de confrontación  no le va a servir para siempre, promover el boicot a los productos catalanes, recoger firmas contra Cataluña, recurrir el Estatut ante el Constitucional, negarse a hablar de financiación o fiscalidad, ningunear las instituciones y menospreciar el idioma catalán, alguna vez dejará de dar réditos electorales en el resto del Estado. Lo que YA ha sucedido es que los catalanes han desconectado de España, la fractura  se ha producido, los agravios y desencuentros duraran más que Rajoy y Puigdemont.
A la penosa imagen dada por España, la comunidad internacional contrapone el éxito político del Govern. En el PP se lamentan los errores cometidos. Repetían que no habría referéndum, ni urnas, ni papeletas.  Pues bien ha habido votaciones con urnas y con papeletas.
La respuesta dada a los movimientos independentistas ha sido jueces y policías: represión y palos. A cambio de papeletas y urnas Rajoy ha contrapuesto porras y escudos.

Una vez escenificada la pugna no hay marcha atrás, se acabaron las llamadas al dialogo ¿Hablar con quién y de qué? ¿De rendición y victoria? ¿De bajas y heridos?

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