domingo, 23 de abril de 2017

Lágrimas en la charca

¡La condesa está triste! ¿Qué tendrá la condesa?
Lagrimas de desconsuelo recorren su carita de fresa,
¡La condesa está triste! ¿Qué tendrá la condesa?
La que otrora fuera el azote de Mariano se encuentra acorralada, sin salida, ni siquiera sus acérrimos defensores se atreven a romper una lanza en su favor. Es lo que tiene haber ejercido el despotismo institucional desde el sillón del poder; cuando lo pierdes te encuentras de bruces ante la realidad: Esperanza no tenías adeptos, tenías siervos sumisos deseosos de romper las ataduras a la menor oportunidad. Y ahora les ha llegado.
Rectifico, la oportunidad les llegó con tu forma de alcanzar la presidencia de la comunidad madrileña mediante el tamayazo,  pero el poder te proporcionó puestos para repartir y todos prefirieron callar.
El silencio de los estómagos agradecidos fue el cómplice necesario para aceptar la comisión de investigación presidida por ¡Oh sorpresa! Francisco Granados.  Naturalmente la comisión no sirvió para nada.
Los madrileños fueron los más mudos, cita electoral tras cita electoral aceptaron  santificar tus políticas de amiguitos, tus regalos a Arturo Fernández, tus devaneos con Díaz Ferrán, tus privatizaciones indecentes, en definitiva el saqueo a lo público que fue facilitado por  tus medidas de gobierno.
Todo el mundo debería recordar con dolor los aciagos día en los que, mediante denuncias anónimas, la Consejería de Sanidad de tu Gobierno persiguió, destituyó, vilipendió y ultrajó con ignominiosas acusaciones de asesinato al doctor Montes y su equipo de cuidados paliativos del hospital Severo Ochoa. Tu consejero Lamela, sus mariachis de Telemadrid  y Miguel Angel Rodríguez – judicialmente condenado por difamación – se encargaron de destrozar la vida de unas magnificas personas ¡Cuántas lágrimas provocaste entonces!
Con la incompetencia congénita que te acompaña eras el eslabón necesario para el expolio. Solo tu  torpeza facilitó las operaciones de Granados y González, la  rapiña de López Viejo sería impensable sin tu aquiescencia ¡No! ¡No eres inocente!
Eres culpable de dejación, de prepotencia, de nepotismo, de chulería y de soberbia. Si no lo eres de más cosas, la justicia decidirá. Aunque parece una broma de mal gusto acudir a “la justicia a la carta” que habéis articulado ¿Cuántos fiscales afines tenéis? ¿Cuántos jueces os exculpan? ¿En qué lugar quedan los organismos de control? ¿Cuántos altos funcionarios tenéis abducidos? Podías agredir a un policía de movilidad atropellando su moto y no pasaba nada. Un fiscal afín lo apreció como faltita leve  debido a las prisas y después  ha sido ascendido a la jefatura de la Fiscalía Anticorrupción para alegría de tu delfín Ignacio González y alborozo de Zaplana.
Los medios de comunicación que sobreviven gracias a tu publicidad institucional empiezan a alejarse de tu llorona figura, no te extrañe, los vendidos siempre tienen precio y tus enemigos, que los tienes, están pagando mejores dádivas.    
De dama de hierro liberal española has pasado a pepona llorona.
Tu archi – enemigo político Rajoy diría, o dirá, que todo es cierto menos algunas cosas, tus juglares cantarán las gestas de tus actuaciones ocultando los catastróficos resultados de las mismas, a los españoles comunes nos quedará tu lloricosa imagen saliendo de declarar.
No te preocupes en demasía, los medios de comunicación callarán la verdad, extenderán un tupido manto sobre tu noble figura y atribuirán a intereses populistas tu caída en desgracia.
A otros cientos de miles de personas nos vendrá a la memoria la forma que pasaste de concejala a ministra: Por apellido.
Pero sobre todo recordaremos tu imagen avasallando a una trabajadora de la sanidad pública cuando reclamaba que se respetaran sus derechos.
La intimidación que tuvo que sentir es inimaginable, la Presidenta de la Comunidad de Madrid la acorraló contra la pared, la intimidó, la señora Presidenta hizo un alarde de macarra de barrio para su mayor gloria y aplausos de sus adeptos.
Se especula con tu dimisión pero no es tal, es una huida en toda regla. Te quedaste sin defensas y huyes otra vez, no se recuerda pero ya habías dimitido en una ocasión que tenías el futuro negro. La suerte llamó a tu puerta en forma de rendición de Rajoy y retornaste para ser alcaldesa.
Supongo que esa anónima trabajadora de la sanidad madrileña se sentiría aliviada cuando te vio lagrimear a la salida de la Audiencia.

¡Por fin las ranas lloran en la charca!    

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