martes, 19 de julio de 2016

Se apagó la luz

Hasta no hace mucho tiempo el día 18 de Julio  se celebraba la efemérides del “Glorioso Alzamiento Nacional”  y el inicio de la Guerra de España de 1936. En estas fechas tenía lugar una macro fiesta en Madrid con la finalidad de  exhibir las habilidades de los jóvenes españoles reciclados en marionetas. Coros, desfiles y acompañamientos musicales  con los acordes del Cara al Sol y otros himnos fascistas, las Montañas estaban nevadas y las banderas hondeaban al viento.
Hoy encontramos en las redes sociales y en los medios de comunicación múltiples interpretaciones de los lamentables sucesos que sumieron a la sociedad hispánica en una tenebrosa oscuridad   durante cuarenta años y a día de hoy todavía no hemos sido capaces de encender la luz. Las bombillas siguen fundidas y los creadores de opinión no tienen el menor interés en darle al interruptor de la verdad.
Se analizan culpas, motivos, situaciones y consecuencias de las guerras con la finalidad explicar las guerras y adrede se obvian los orígenes de las mismas. Se equiparan las culpas de los dos bandos ¡Como si hubiera habido dos bandos! Tan solo hubo la imposición de una forma de vida de los caciques contra la aspiración de libertad social de un pueblo. Intereses contra aspiraciones y ganaron los intereses.
He leído comentarios y análisis de personas de todo tipo y condición, sensiblemente afines a cualquiera de las supuestas ideologías y me he sentido profundamente decepcionado, esperaba que la separación de años permitiera un análisis más certero o cuando menos con mayor carga de objetividad social,  pero no.
Por unos parlanchines apesebrados se sigue hablando de Cruzada Nacional, necesidad de reconducción  ante el caos republicano ¿Qué caos? ¿Pretender sacar   a España del siglo X y colocarla en el  XX conducía al caos?
Poco favor se hará a las generaciones futuras si el análisis que somos capaces de hacer acaba en las consecuencias y no empieza por los motivo de los promotores del desastre armado prolongado artificialmente durante tres años para conseguir el exterminio del bando rival.
La guerra de España de 1936 es una prueba  de la canalla condición humana, los intereses bastardos de unos explotadores chocan con la aspiración generalizada de alcanzar una vida mejor.
La Banca no cede en sus beneficios, los caciques de los pueblos quieren mantener sus prebendas y la Iglesia Católica Española defiende con uñas y dientes sus privilegios.  Con estos componentes nunca falta un idiota con estrellas de general que haga el trabajo sucio. Ya tenemos los ingredientes adecuados para preparar una ensalada casi perfecta. “La defensa de los valores patrios” o chorradas por el estilo, la traducción a Román paladino es: Nosotros (unos pocos) vivimos muy bien con esta organización social, vosotros (pueblo inmundo) viviréis como nosotros os dejemos. Y si hace falta que sembremos las calles de muertos para defender nuestros Bancos, cortijos y las iglesias lo haremos ¡faltaría más!
En el otro extremo unos cuantos ingenuos piensan que se puede modernizar una sociedad medieval solo a base de leyes.
Se olvidan de un dato fundamental; los ejércitos de este lugar siempre han sido fuerzas opresoras al servicio de los dueños y nunca han estado en auxilio de los ciudadanos. Resultado: para proteger la bolsa de los obispos y banqueros exterminan a los disidentes, en medio el pueblo llano que recibe las hostias sin saber muy bien de donde le vienen. Las guerras las ganan los fuertes no los que tienen la razón.
Ochenta años después seguimos viendo como unos cafres sin pizca de cerebro alardean de su adhesión a un delito y las respuestas son tibias protestas de los herederos de aquellos represaliados.  Los socialistas elegidos con la vana esperanza de que acometieran la justa reparación,  nunca han encontrado el momento adecuado para ilegalizar la exaltación del genocidio franquista.
Veintitantos años de gobierno del PSOE deberían haber servido para rectificar una transición vigilada. Instaurados en el poder han tenido oportunidad de otorgar al país un camino de justicia social que reparase 40 años de tropelías de los masacradores. Tendrían que haber querido restituir la justicia eliminando de raíz la ley de amnistía política bajo la cual se escondieron asesinos.
Una vez juzgada su trayectoria Franco tendría que haber sido declarado delincuente por delitos de lesa humanidad y prohibidas cualquier muestra de exaltación de su infame figura. Tendría que haber sido juzgado y condenado, aunque hubiera sido  post morten, por  traidor, sedicioso, rebelde, perjuro, asesino y genocida.
Pero no, los herederos del victorioso régimen franquista impusieron como Jefe de Estado al señalado por el dedo del tirano y acogidos por la sombra fascista del reconvertido Fraga Iribarne, fabricaron los mecanismos para  seguir gobernando este lastimoso país simulacro de estado y parodia de nación avanzada. Un rápido repaso a los apellidos  de los cuadros dirigentes del PP (Rajoy, Aznar, Gallardón, Kindelan, Fernández, Oreja,  Mayor Oreja, Cabanillas, Tejerina, Cañete…)  nos explicará la contumaz resistencia de la derecha española para condenar la infamia del 18 de julio.

¡Perro nunca  come carne de perro si no es por necesidad! 

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