miércoles, 29 de junio de 2016

Se acabó la prórroga

Pues nada, al zurrón otra tanda de aperitivos ganados, es lo que tiene ver las cosas desde una plataforma tan peculiar como la que nos ha permitido observar el proceso electoral de la cabaña lanar española.
No me atrevo a llamarle a esto país no vaya a ser que se ofenda cualquiera de los múltiples entes nacionales que pueblan la piel de toro,  además para ser un País, Nación o conformar un Estado hace falta algo más que estar subordinados a la misma cabeza coronada. Es necesario sentirse y ser ciudadanos libres,  capaces de decidir el propio destino y de formular un objetivo
Por varios de esos motivos la Unión Europea NO es un Estado, ni una Nación, ni un País. A pesar de tener un Parlamento que dicta leyes, el grado de cumplimiento de las mismas depende de la voluntad de los socios y sobre todo, a qué asociado es exigido su cumplimiento. Alemania y Francia han superado el objetivo de déficit impuesto en múltiples ocasiones sin otra sanción que una débil reprimenda. Sin embargo Grecia, Portugal o España serán duramente sancionados económicamente por el mismo desfase. Resultado: más déficit, mas deuda, mas beneficios para los especuladores bancarios.
Las leyes no son justas ni igualitarias, la articulación social se realiza en base a la pertenencia a los diferentes territorios, se agranda la brecha entre países ricos y pobres, las aspiraciones distan mucho de ser comunes. Es un mercado sin más norma que las de mercado.
Con este panorama, el concepto de Europa es el de una sociedad fabricada a medida del bolsillo de las grandes fortunas. La banca alemana asfixia las economías de los países más débiles mediante préstamos usura a intereses desorbitados, por supuesto con la aquiescencia del Banco Central Europeo.
Estas premisas han llevado a El Reino Unido a decir  ¡basta! Un “hasta aquí hemos llegado” con matices, ahora buscará mas derechos y menos obligaciones. Como Noruega o Suiza por poner un ejemplo.
Dicen los expertos que la noticia del “Brexit” impactó definitivamente en el resultado de las elecciones del 26J, me van a perdonar los expertos pero disiento.
No están los españoles tan preocupados por la política europea, no lo están ni por la española. El grado de conformismo roza parámetros inimaginables, no importa nada de lo que suceda, ni lo que hagan los políticos, ni siquiera les  altera los continuos laminados de derechos sociales, ni el expolio, ni el ridículo, ni…, ¡ni nada!
Rajoy ha sido el candidato más votado siendo de lejos el líder peor valorado. A ver si lo entiendo: No creemos que sirva como líder pero queremos que esté al frente del Gobierno ¿Alguien lo concibe?
Tiene una explicación de lo más lógica, Rajoy ha comprendido perfectamente el desarrollo del partido, sabe que cuando un equipo está contra las cuerdas y consigue forzar el desempate en el último minuto la inercia del final del juego le ayuda en la prolongación. Estadísticamente los alargues de los encuentros son favorables a aquellos que consiguen una postrera oportunidad.
Pedro Sánchez tenía el partido ganado, la presidencia de Gobierno al alcance de la mano con un mínimo gesto de acercamiento a las posturas de Podemos, en cambio se marcó un gol en propia puerta negociando con Ciudadanos.
Albert Rivera leyó mal la contienda, imaginó un mundo feliz en el cual él sería el salvador de la nueva España. Al alcanzar un acuerdo con PSOE se presentaría como un adalid del consenso, un nuevo Adolfo Suarez de la concertación y los pactos.  
Pablo Iglesias se convirtió en el espécimen de color morado que iba a destruir nuestra placida forma de vida, un ser enigmático y perverso con oscuras intenciones, nos iba a convertir en “Venezañoles” o “españozolanos”. Sus esfuerzos por presentarse como un chico bueno no han tenido resultado, la misma caterva de viejos sin ningún futuro y de ignorantes rurales que en el Reino Unido decidieron el “Brexit” son los que en España han dado la victoria al PP. Esto es una realidad incontestable.
Ni las dimisiones de la imputada Mato, del posible evasor fiscal Soria y del incompetente Gallardón han pasado factura. Tampoco ha causado ninguna mella el escándalo del lamentable suceso provocado por la grabación del Ministro del Interior en su propio despacho.
Esta sola cuestión ya deja en un penoso lugar a Jorge Fernández como responsable del funcionamiento del Ministerio encargado de la Seguridad interna Nacional. El contenido de las grabaciones parece que presuntamente desvelan la utilización de su posición de poder para derrotar adversarios políticos. Naturalmente para ello cuenta con la inestimable ayuda de los directores de periódicos afines a los que agradece los servicios prestados nombrándoles comisarios honoríficos.

Ya saben los perdedores lo que tienen que hacer, nada de leer a Kant, Nietszche o Schopenhauer, la táctica política a emplear se aprende en El Marca. Con una ávida lectura del diario deportivo se llega de estudiante mediocre a Registrador para después saltar a la política y pasar de Indolente Ministro a Presidente del Gobierno.  

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