martes, 5 de abril de 2016

Hasta enterrarlos en el mar

Ha comenzado la materialización de la ignominia, la Unión Europea ha decidido iniciar la expulsión de millones de refugiados que huyen del drama sirio, de una guerra, de una masacre propiciada, auspiciada, subvencionada y patrocinada por los mismos, exactamente los mismos que generan la miseria, nos colocan de bruces ante ella y  sin ningún pudor nos culpan de su llegada.
Se ha acabado el derecho de asilo y de libre tránsito ¿Es el fin de la globalización? No. Es la constatación de que el globo terráqueo les pertenece a unos pocos privilegiados y con el continente se han apropiado del contenido. No importa que sean obras de arte, fincas, animales o personas, todo entra en el mismo inventario: esto de aquí y aquello de allí para mí, lo otro y lo demás allá para ti.
La opinión del resto de la humanidad les trae sin cuidado, para aborregarla utilizan a los politicastros de turno que nos estampan en las narices la necesidad de doblar la cerviz si no queremos que las cosas vayan a peor.
¿Protestas laborales? Las empresas se envían  a China o India o Vietnam o cualquier otro país ejemplo fehaciente de derechos laborales y humanos.
¿Protestas sociales? Unas elecciones dirigidas por los medios de comunicación afines y a tragar todo el mundo que manda la santa democracia.
¿Protestas contra el sistema? Siempre habrá un grupito de descerebrados que coloquen unos pocos muertos en las calles para hacer el trabajo sucio. Si se tambalea el sistema español, o británico, o alemán, o italiano no pasa nada, sacan a relucir a ETA, IRA, Baader Meinhof, las Brigadas Rojas y con eso cierran el caparazón de la tortuga, la autodefensa de los valores supuestamente democráticos llevará a las sociedades a admitir recortes profundos de derechos y libertades.
Estos grupos terroristas siempre encuentran apoyos, financiación y cobertura en instituciones  y personas supuestamente pulcras y limpias cuya dedicación es la loable tarea del tráfico de armas. También profesan de forma altruista el menesteroso cometido de derribar gobiernos para sustituirlos por otros más afines a su plausible causa.
Auténticos canallas que  envían bombas, armas, medios materiales y económicos envueltos en papel de regalo. Todo ello acompañado de asesinos suficientes para dar la vuelta a un país y convertirlo en un despojo a poco que los consejos de administración de las sacrosantas multinacionales  vean peligrar sus intereses.
Como las cosas no suceden por casualidad debemos preguntarnos si los dirigentes políticos que padecemos son producto de nuestra imaginación o estamos inmersos en un mal sueño.
No queridos amigos; son el patético resultado de una sociedad enfermiza, enamorada de sí misma y plenamente acomodada en su estulticia. Los resultados son socialistas como el francés Hollande que pretende mandar por el desagüe mas de cien años de derechos socio-laborales, conservadores como el británico Cameron que no sabe si quiere ser Europa u otra cosa pero que alienta en el Reino Unido el anti europeísmo endémico para obtener rédito político local. Sin pizca de rubor se desdice cuando llega a Bruselas poniendo encima de la mesa el chantaje al resto de miembros del club de socios europeos. 
Ángela Merkel no se desvía ni un ápice de su ideario. Convencida de la superioridad de la raza teutónica achaca a los PIGS vagancia y falta de diligencia, al mismo tiempo que propugna el modelo empresarial alemán. Esperemos que su glorioso ejemplo no sea  Volkswagen,  promotora - entre otras cosas - de la mayor estafa en la historia fabril de automóviles.
Del resto de marionetas ni hablamos ¿Qué vamos a decir de nuestro balbuceante señor de los Hilillos? Pues nada. Todos ellos son el resultado de las sociedades que dirigen. No es nada extraño que la que es probablemente la generación de políticos más inútiles de la historia moderna estén al frente de sociedades nacionales en las que ser concursante de gran hermano o darle patadas a un balón te coloca en un estrato inalcanzable para la mayoría de los investigadores científicos.
Estas lumbreras son los que han decidido que el problema es la guerra (que previamente promueven) y no la emigración - dicho por nuestro Rajoy en una de sus impagables intervenciones públicas como monologuista  del club de la comedia - así que como primera medida han decidido devolver a los que huyen para que aquellos que ellos llaman enemigos de la libertad, la democracia y los valores cristiano-occidentales consigan rematarles de una vez. Con unas pocas monedas han contratado un vasallo - el turco Erdogan -  que les va a limpiar la entrada de la casa escondiendo la suciedad debajo del felpudo.
Esa y no otra es la fórmula que han encontrado para resolver el problema de hacinamiento que se estaba provocando en las limpias fronteras de la vieja Europa.
Nosotros seremos cómplices de todas sus tropelías mientras no nos decidamos a higienizar gobiernos y cancillerías empujando a sus inquilinos hasta enterrarlos en el mar.

Nota. La Conferencia Episcopal Española y su jefe el “Bondadoso” Francisco, tan locuaces a la hora de masacrar los derechos de mujeres y colectivos de homosexuales todavía no han abierto la boca para defender los derechos de asilo de los refugiados.

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