sábado, 23 de enero de 2016

Huir o declinar

Una de las grandes tareas de Estado que le son atribuidas al portador de la corona es la de proveerse de un ábaco e ir pasando bolitas de un lado a otro para, al final de tan ardua misión, llegar a la conclusión de la posibilidad o imposibilidad que la aritmética otorga a los aspirantes a formar Gobierno.
Tras los representantes de las formaciones minoritarias - unos con excesivo peso en relación a su representatividad (partidos de nacionalismos periféricos) y otros con su peso especifico minusvalorado (UP es el ejemplo más evidente) por mor de una ley electoral confeccionada a medida de los defensores a ultranza de privilegios ajenos a la necesidad de las personas – le llegó el turno a los tres gallos del corral: Iglesias, Sánchez y Rajoy.
Las conversaciones de Felipe VI con los líderes de Podemos y PSOE deberían haberle inducido a pensar que, con las cuentas que le salían en su aparato contador, no iba a ser Mariano Rajoy la apuesta más certera. Pero no, “El Preparado” se atuvo al guión y propuso al líder de los populares la formación de Gobierno. Como no podía ser de otra forma el Registrador declinó el ofrecimiento.
Que Rajoy no tenía adhesiones suficientes para emprender la tarea era tan público y notorio después de las manifestaciones de los visitantes de la Zarzuela, que un niño de tres años hubiera adoptado la decisión de abrir otra ronda de conversaciones sin necesidad de colocar al Presidente saliente en la tesitura de comparecer en rueda de prensa para explicar lo obvio.
Esa es una de las grandes tareas encomendadas a la Jefatura del Estado, la otra es procrear para asegurar la pervivencia de la dinastía en la cúpula de la Institución. Con estos dos grandes cometidos se articula la justificación de la estructura estatal en forma de Reino. Bueno, no nos olvidemos la base en la que se sustenta que no es otra que el mando supremo de las Fuerzas Armadas, siempre le quedará a la monarquía española el recurso utilizado por sus antecesores para obligarnos a acatar su primacía sin rechistar: La Fuerza.
Un mes después de las votaciones estamos en el punto de partida; Rajoy continúa con la cantinela de apelar a que ha sido la formación ganadora. Todavía no se ha enterado que para ganar necesita un resultado que le proporcione 176 diputados por lo menos. Por debajo de esa cifra es el primero de los incapacitados para formar Gobierno. La capacidad de formarlo se la tendrá que ganar con acuerdos parlamentarios. Si no lo consigue seguirá siendo el primero de los desautorizados.
Ahora bien, si entre las demás opciones aparece una con apoyos externos suficientes esa será la legitimada para formar Gobierno y por ende, la opción preferida por los españoles pues han depositado en las urnas su voluntad de ser representados. Tal y como la ley electoral proclama.
Rajoy no ha dado un paso atrás, ha sido empujado. Cuando utiliza la cifra de votos que ha obtenido (7.215.530)  para descalificar otras alternativas, esconde – de forma artera - la cifra de todos los que no le han votado (29.295.422).  Si nos atenemos a la insolvencia que posteriormente ha exhibido para alcanzar acuerdos con los representantes de otras formaciones, esta es la cantidad de votantes que NO quieren que Mariano repita como Jefe del Ejecutivo. Por cierto, tras el desaparecido Suarez (Calvo Sotelo no se presentó a la reelección)  va a conquistar el dudoso honor de ser el primer Presidente/candidato que no resulta reelegido.
Se abre un tiempo nuevo, esperemos que sea de acuerdo y no de negociación. Parece lo mismo pero dista bastante; negociación deriva de negocio y en este campo las partes actoras buscan el beneficio propio aún a costa del resultado negativo para su interlocutor. En el negocio la consecución de ganancias propias prima sobre las pérdidas provocadas a la parte contraria.
En cambio los acuerdos se fundamentan en la discusión de objetivos, se ceden unos y se aceptan otros, se desplaza el beneficio propio por alcanzar un bien común.

La posibilidad de acuerdos tras la huida de Rajoy presenta un escenario que no se debe desaprovechar. Una vez enviado Rajoy al Registro de Santa Pola a lamerse sus heridas, sería muy mal entendido que la alternativa propuesta no alcanzara acuerdos solventes que barrieran el lodazal en el que nos han sumido cuatro años de  servilismo a intereses de grupos de presión representados por la Troika y el club Bilderberg. Adiós Rajoy adiós tanta paz lleves como tranquilidad dejas. 

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