lunes, 4 de mayo de 2015

Rajoy y las cosas

Este fin de semana, de puente largo, he tenido la oportunidad de descansar y utilizar un poco de mi tiempo en participar con otros amigos en largas conversaciones. La conversación se inicia, por regla general, de la forma más tonta, cualquiera de los presentes en la mesa hace en voz alta una reflexión acerca de un acto o acontecimiento público.
Por la criba de la charla pasan, sin misericordia alguna, los líderes de los partidos políticos, los ministros, los alcaldes, algún que otro alto funcionario o juez, no pocas veces un famosillo de tres al cuarto y con frecuencia, con más frecuencia de la deseable, aparecen en el disparadero los ilustres tertulianos formadores de opinión que, disfrazados de periodistas, airean a los cuatro vientos las bondades del gobernante “Indolente” también conocido como “El señor de los hilillos” y al que deberíamos rebautizar como el señor de las “cosas”. Sí, nos estamos refiriendo al carismático líder que preside el Gobierno:   Mariano Rajoy.
El hombre cuya principal preocupación es tener el “Marca” a la hora del desayuno, para acabar su jornada laboral al mismo tiempo que termina de comer la última tostada, está empeñado en hablar y que no le entendamos.
Hace ya un tiempo su letanía repetitiva son “las cosas”.
“Las cosas van bien, las cosas hay que hacerlas como dios manda, se están arreglando las cosas, los catalanes hacen cosas, hay que seguir así para que no se estropeen las cosas,…” Las cosas, las cosas, las cosas, ¿Cuáles son esas cosas Mariano? ¿Qué es lo que te preocupa? Sí es que te preocupa algo.
Durante la charla se vertieron diferentes opiniones sobre “las cosas” de Rajoy. Un amigo decía que eran los entes inanimados que le rodean lo que el mencionado denomina como “cosas”.
De inmediato otro conversador replicó diciendo: O sea que cuando dice  “las cosas van bien”, lo que quiere decir es que ¿lo importante en un restaurante es el funcionamiento de  la cafetera aunque al camarero le vaya de pena la vida? No creo decía otro ¡No es posible que sea tan mezquino!  Entonces ¿A qué se refiere?
Como tenemos un filósofo entre los parlanchines, introdujo su versión elevada de la terminología.
“Lo que está expresando es una coyuntura difícilmente evaluable de la situación geopolítica que conforman los parámetros de comportamiento social. Nadie entendió lo que quería decir. Y pensamos ¡coño, igual que Rajoy! “. Nadie sabe nunca lo que quiere decir.
Quizás decir nadie sea exagerado, hay una persona que le ha cogido el puntillo a la perfección, la ilustre sexagenaria fugitiva, candidata a la alcaldía de Madrid. Ella sí que entiende las cosas de Rajoy.
Tanto es así que expresa sin pudor los deseos ocultos del líder de su partido pues, aunque den la impresión de llevarse como el perro y el gato, en lo fundamental encajan como mano y guante.
La alcaldable ha dicho en voz alta lo que piensan muchos de los miembros del gobierno actual. No es deseable que se vean los estragos que ellos mismos han ocasionado entre las personas, Aguirre dice que dan mala imagen los mendigos en las calles de Madrid, son una cosa fea. Aquí aparece la primera “cosa” a la que nunca se refiere Rajoy, son humanos pero Mariano y sus secuaces los consideran cosas, artículos de usar y tirar, material desechable en cuanto pasan las fechas electorales.
Ahora tienen consignas de moderar el lenguaje, se están jugando las poltronas en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, pero a Esperanza le sale la vena macarra que la adorna - recordad el arrinconamiento que ejerció  (con intimidación física incluida) sobre una trabajadora de la sanidad pública cuando siendo Presidenta, se dedicó a regalar hospitales a sus amigos empresarios - eran los tiempos en los que el recluso Gerardo Díaz y su cuñado Arturo Fernández la calificaban como “Tía Cojonuda”. En esa ocasión, como en tantas otras, se le rió la ocurrencia porque es muy “echada p`alante”.
A la señora condesa, igual que a Rajoy, le molestan los desfavorecidos, los desempleados, los que buscan sustento como mejor pueden, los que, desahuciados de sus viviendas, utilizan un banco (de los del parque) para dormir, es excesivo el coste de glamur que pierde la ciudad por culpa de unas “cosas” que afean el paisaje con sus desdichas y lamentos.
Hay que hacer desaparecer a las personas para que sean bonitas las cosas.

Casi alcanzo a imaginar “las cosas” de Rajoy que tiene agarradas Esperanza y que si no cumple sus deseos es capaz de arrancárselos.

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