viernes, 16 de enero de 2015

Hablar de la Guerra

Se oyen los calificativos que se atribuyen a las últimas acciones terroristas y encontramos una extraña unanimidad en proclamar que existe una “Guerra” de religión alimentada y exacerbada por fanatismos amparados en las creencias religiosas. Los islamistas radicales, a los que rápidamente denominamos como perversos yihadistas, están a un lado de la trinchera y al otro colocamos nuestra confortable forma de vida perturbada por los lamentables sucesos. ¡Es la Guerra!
Si somos escrupulosos en nuestros planteamientos deberíamos empezar por definir el concepto de “Guerra” para saber sobre que estamos hablando. Así nos encontramos que la RAE la define como:
-Desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias.
O bien como: 
-Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación.
Es decir el hecho en sí sería:
“Lucha armada prolongada entre dos o más naciones durante la cual se producen diversas batallas.” Y también: 
“Lucha o disputa continuada entre personas, que puede dar lugar a actos violentos”.
Son numerosos los autores que han dedicado parte de sus pensamientos a profundizar acerca del concepto “Guerra” atribuyéndole condición de acto ineludible y que permanece en la propia esencia del individuo y de la sociedad. Para no ser muy extenso traigo unas pequeñas muestras de esos autores. 
- Según Karl von Clausewitz, "la guerra es «la continuación de la política por otros medios» 
- Para Funk - Bretano y Alberto Sorel: "La guerra es un acto político por el cual varios Estados, no pudiendo conciliar lo que creen son sus deberes, sus derechos o sus intereses, recurren a la fuerza armada para que esta decida cuál de entre ellos, siendo más fuerte, podrá en razón de la fuerza, imponer su voluntad a los demás"
Si repasamos la historia vemos que es una forma muy antigua de resolución de conflictos en las relaciones internacionales y supone el enfrentamiento organizado de grupos humanos armados con el propósito de controlar recursos naturales o humanos y someter la voluntad del adversario. Las causas que dan lugar a las guerras suelen ser el mantenimiento o el cambio de relaciones de poder o el dirimir disputas económicas y territoriales. O sea “Poder”. En ocasiones se atribuye la “Guerra” a enfrentamientos de carácter ideológico, religioso…, en definitiva es más de lo mismo, tan solo enmascaran la finalidad primigenia: “Poder”. Se buscan excusas filosóficas para recorrer los mismos caminos y alcanzar las mismas metas.
Normalmente el conflicto armado lleva asociados destrucción y muerte y los comportamientos de los grupos pertenecientes al Estado Islámico y a Al-Quaeda cumplen con esas premisas, sin embargo la ausencia de dichas hecatombes no nos debería confundir; a la “Guerra” la define su finalidad que, como hemos dicho, consiste en imponer por la fuerza la voluntad de uno de los grupos al grupo contrario. No es necesaria la muerte física ni la destrucción apocalíptica para que se cumplan las condiciones que conforman una actuación violenta.
Tal y como hemos visto, los bandos utilizan la “Guerra” para imponer su estatus hegemónico y apoderarse de territorios, bienes, riquezas…, de esta guisa consiguen aumentar su ámbito de influencia y obtienen más “Poder”.
Si analizamos los comportamientos de algunos actores de la política domestica e internacional podemos comprobar que han descubierto una nueva fórmula: La asfixia financiera. Sin necesidad de matarnos a tiros están consiguiendo someternos, destruirnos, esclavizarnos. ¿No son estas las finalidades de la guerra?
Es el momento de preguntarse si los objetivos de la Troika- Comisión europea, Banco Central, Fondo Monetario Internacional- están encuadrados en estos parámetros y se equiparan en su finalidad a aquellos que impulsaron a los terroristas de París: La destrucción de nuestra forma de vida.
Difieren en el método; se asemejan en el propósito. Unos dejan muertos en las calles, los otros indigentes en las cunetas.
El terror en sus diferentes modos es un estupendo y lucrativo negocio, las mafias que asolan el mundo saben mucho de ello. Se incrementa la fabricación de armamento, las medidas de seguridad, la construcción y reconstrucción de carreteras, edificios, puentes…, negocio y más negocio. Resulta enternecedor ver a Angela Merkel y sus mariachis encabezar una manifestación en defensa del derecho a la Libertad de expresión después de haber laminado los derechos de las personas a favor de los beneficios de sus bancos. Sin derramamiento de sangre, el miedo que producen es muy parejo. Los terrorismos se retroalimentan los unos a los otros ¡qué bien les viene mezclar libertad y religión para amasar dinero!
Como colofón no podía faltar una piedra angular de todo este entramado, el respeto a las creencias religiosas. El buen Papa Francisco se auto invita al convite y hace referencia al respeto a la fe. El ejemplo que pone no puede ser más esclarecedor. “Si el doctor Gasbarri dice una grosería sobre mi mamá le espera un puñetazo”. De ahí a pasar a mayores no hay más que un paso, el que se dará si Gasbarri responde con otro puñetazo y después de los golpes hablan las armas. Según él, la falta de respeto a la fe justifica las reacciones violentas. El imperio de la ley se puede eludir por la venganza de la ofensa.
Hay que hacer verdaderos esfuerzos para encontrar diferencias entre las palabras del guía espiritual y las actuaciones de los líderes occidentales con las teorías que sustentan los que llamamos terroristas.

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