sábado, 12 de julio de 2014

Libertad secuestrada

Una de las  comparecencias de Pablo Iglesias ha desatado iras furibundas. Su análisis de la situación de los medios informativos españoles, ha puesto blanco sobre negro el acatamiento al que están sometidos. El hecho de que el 80% de ellos estén en manos de dos monstruos de la comunicación da una ligera idea de la calidad y diversidad de la información.
Estos medios que se autoproclaman muy independientes,  ajustan sus cuentas de resultados, ¡oh casualidad!, con la partida que reciben del Estado en forma de publicidad institucional. Anuncios de tanto calado y contenido como: ¨Señora, en verano, si tiene sed beba agua¨ refuerzan la labor social de los medios, eso dicen.
De pasada, como el que no quiere la cosa, pasta para el cajón en forma de subvención en diferido, que difiriendo la Cospe sabe mucho. 
Una vez oídas y leídas las reacciones, sería deseable que en las cabeceras de los programas de televisión y radio y en las portadas de los periódicos, se incluyera por ley, un prospecto con la composición y los efectos secundarios. El prospecto podría ser del tipo:
¨Este programa está hecho en un 75% para mayor gloria de Mariano Rajoy, o Esperanza Aguirre, o el amo/cacique de turno que otorga la publicidad institucional, el otro 25% se reparte entre políticos de escasa ética y difícil defensa¨.
¨La lectura de este diario pude provocar vómitos varios en personas con un índice de inteligencia normal y que no hayan sido previamente abducidas. En el resto de la población puede producir bobalicones sin retorno¨
¨No ver, oír, ni leer, sin haber adoptado previamente medidas protectoras. Entre ellas es recomendable incluir,  como antídoto, cursos de formación  en derechos y libertades. Durante el periodo formativo permanecer alejado de la Iglesia¨
Con el prospecto quedaría clara la idea que tienen estos protagonistas sobre democracia y libertad de expresión. Resultaría patente que son los defensores del libre mercado siempre y cuando esa libertad sirva para conseguir su monopolio. Les gusta una democracia bien dirigida para poder elegir entre ellos y ellos. El resto como si no existiera porque de esos frikis mejor no hablar.
Con todo su espíritu adulador y habiendo vendido su alma por un mísero asiento en el banquete del rico, tendrán que tener mucho cuidado, sus jefes no serán muy listos, pero  en cambio son  muy caprichosos y acaban cansándose de la adulación desaforada.
Puede suceder que, un buen día, les moleste una nimiedad como el color de la corbata del presentador pelota de turno, o su mal aliento. Después de tantos esfuerzos y arrastramientos  serviles, será una lástima que la recompensa que reciba sea una patada en el trasero.  Es lo que tiene andar todo el día a expensas de los antojos del amo y estar lamiendo determinadas partes de su cuerpo.

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