domingo, 20 de abril de 2014

El país de la adormidera


Es probable  que al inicio de nuestras vidas seamos expuestos a los aromas de alguna especie arbórea  muy extendida por la campiña española y que produce en nosotros un efecto por el cual perdemos la capacidad de recordar, de evaluar, de perseverar para exigir responsabilidades y el cumplimiento escrupuloso de la ley.
Es la única explicación que se me ocurre. La dichosa emanación parece que provoca en los habitantes de este país un extraño éxtasis y como resultado hace olvidar, minusvalorar, y hasta justificar las tropelías que reducen a la mínima expresión, en algunos casos incluso eliminan, los pocos  derechos alcanzados tras años de demanda.
Viene esto a cuento por un asunto que me tiene inquieto. Con el estallido de la crisis, los ciudadanos de a pie hemos sido sometidos a  bombardeos de campañas orquestadas  que nos culpabilizaban de la situación por haber vivido por encima de nuestras posibilidades.
El rescate fue justificado por nuestra ligereza en el gasto, por nuestro derroche y endeudamiento desorbitado. Cuando esta consigna fermentó, y se enraizó con fuerza en nuestro subconsciente, apareció la necesidad de rescatar el sistema financiero.
De las políticas económicas que forzaron el endeudamiento de las familias, para aumentar el beneficio de la banca, no se dijo nada. Así las mismas políticas económicas neoliberales que propiciaron el desastre son las que han impuesto las recetas de la recuperación.
Los meses previos a la hecatombe, el Gobernador del Banco de España, a la sazón Miguel Ángel Fernández Ordoñez para los amigos MAFO, hacía frecuentes comparecencias públicas  recomendando moderación salarial, recorte del gasto social, congelación de las pensiones, reducción del gasto público, disminución de  plantillas de funcionarios,  aumentos de jornada…Etc. Abogó por la privatización de servicios públicos, basó el incremento de la competitividad en la reducción  o en la desaparición de derechos laborales.
En cambio, en sus múltiples comparecencias, ni una sola referencia a la situación del régimen bancario español. Para su mentor (Zapatero) y para el Gobernador del BE, en esos momentos el sistema  era modélico.
Cuando la verdad salió a la luz, y comenzaron a caer bancos y cajas de ahorros, cuando se certificó que el sistema financiero español era un inmenso estercolero de corrupción y despilfarro, se orquestó otra campaña, esta vez con la finalidad de justificar la aportación de dinero público para salvar de la quiebra a una banca que en su caída podía arrastrar al país.
Y MAFO se desvaneció  de la escena. El máximo responsable de la vigilancia y control del estado de solvencia de cajas y bancos se despachó con una lamentable explicación en sede parlamentaria maquilló su responsabilidad constatando lo que ya era de dominio público, balbuceó cuatro bobadas y  no volvió  a presentarse.  Después de eso ¡a vivir que son dos días!.
De su responsabilidad como máximo dirigente de la autoridad monetaria de España, no dijo ni una palabra.
Durante años estuvo al frente del Banco de España, y a pesar de recibir puntuales informes de los técnicos, a él no le sonó ninguna alarma, ningún indicio le invitó a actuar para corregir la situación.
Durante años no quiso saber nada de cajas esquilmadas y bancos quebrados.
Su principal, y casi único cometido, no lo llevo a cabo porque estaba muy ocupado en recomendar, propagar, y finalmente conseguir, cargar sobre los hombros de todos los ciudadanos, las consecuencias de su incapacidad, irresponsabilidad y desidia en su labor de vigilancia.
El presidente del Consejo de Europa, Durao Barroso ha deslizado hacia el Banco de España  la sospecha de ser un factor importante de la  crisis del sector. Estas declaraciones llegan con unos cuantos años de retraso,  se le han ocurrido a Barroso después de unas durísimas medidas de atornillamiento de la ciudadanía, el Presidente Durao ha esperado que se pusieran a salvo los intereses bancarios franceses y alemanes para ofrecer al público sus sospechas acerca de la actuación de la autoridad monetaria española.
Rápidamente se han alzado voces en defensa de la inmaculada actuación de Organismo Regulador de la Banca española y por supuesto del Gobernador Fernández Ordoñez. Las defensas mas categóricas provienen del sector bancario español, es cuando menos curioso que los beneficiarios de -según Barroso- la supuesta mala praxis de comportamiento del Organismo regulador, sean sus valedores.
No nos sorprende el amparo que ha hecho del ínclito la clase política, nos aterrorizan las propuestas que salen de boca del sustituto; Linde ya ha comenzado a recomendar, una vez más, la moderación y ajuste salarial. En la clase trabajadora española  están a punto de saltar las alarmas  ¿Reserva el destino otra sorpresa del ¨eficiente¨ sector bancario español?
Mientras los saca-brillo a la banca nacional  nos entretienen, MAFO sigue desaparecido como si no hubiera pasado nada. Desde ningún poder público-político-judicial español se ha reparado en la posible responsabilidad del ex-Gobernador, ninguna instancia del país ha manifestado que quizás habría que empezar a pedir explicaciones en sede judicial para que MAFO responda de su dejación de vigilancia.

¿Los ciudadanos? Bastante tienen con llegar a fin de mes y seguir el mundial de futbol. Es el efecto adormidera.

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